¿Qué es el fracking?
La fracturación hidráulica o fractura hidráulica (comúnmente conocida en inglés como hydraulic fracturing o fracking) es una técnica para posibilitar o aumentar la extracción de gas y petróleo del subsuelo. El procedimiento consiste en la inyección a presión de algún material en el terreno, con el objetivo de ampliar las fracturas existentes en el sustrato rocoso que encierra el gas o el petróleo, y favoreciendo así su salida hacia el exterior. Habitualmente el material inyectado es agua con arena y productos químicos, aunque ocasionalmente se pueden emplear espumas o gases.
Se estima que en 2011 esta técnica estaba presente en aproximadamente el 60% de los pozos de extracción en uso. Debido al aumento del precio de los combustibles fósiles, que ha hecho económicamente rentables estos métodos, se está propagando su empleo en los últimos años, especialmente en los Estados Unidos.
Existe una gran alarma sobre el peligro medioambiental derivado de esta técnica, pues además de un enorme consumo de agua, es habitual que junto con la arena se incluyan multitud de compuestos químicos, cuya finalidad es favorecer la fisuración o incluso la disolución de la roca, y que podrían contaminar tanto el terreno como los acuíferos subterráneos.
Repercusiones en el medio ambiente
El fracking conlleva una serie de impactos socioambientales a corto y largo plazo:
- Aumento de la actividad sísmica
El agua inyectada para la fractura puede alojarse en fallas geológicas, produciendo la lubricación de las placas e incrementando la actividad sísmica. De hecho, en Lancashire (Inglaterra) y en Ohio (Estados Unidos) se han paralizado las prospecciones y explotaciones al notarse un aumento de los terremotos en la zona en la que se fractura. Del mismo modo, en Holanda, la opinión pública está en contra de los pozos que se están fracturando cerca de la ciudad de Groningen, al noreste del país, ya que se están registrando varios temblores que oscilan entre 2 y 3,4 grados de magnitud en la escala de Richter.
- Mayores emisiones de gases de efecto invernadero
El 90% del gas natural se compone de metano, un gas con un potencial de efecto invernadero 21 veces superior al del dióxido de carbono. Los últimos estudios realizados apuntan a que la apuesta por la explotación de los hidrocarburos no convencionales agravaría el problema del cambio climático ya que libera una mayor cantidad de metano a la atmósfera.
A esto hay que añadir el desplazamiento de los camiones que transportan todos los insumos y logística necesarios para la fractura, que supondría un aumento de las emisiones indirectas de gases de efecto invernadero.
- Gran ocupación territorial
El fracking implica un aumento de la ocupación del territorio, respecto de la explotación convencional, en detrimento de otros usos de la tierra. Cada locación para la perforación de pozos abarca entre 1,5 y 2 hectáreas, pero además, supone la apertura de nuevas carreteras y la construcción de infraestructura (tanques de almacenamiento, plantas deshidratadoras, gasoductos, etc).
- Contaminación del aire
El caso paradigmático de contaminación del aire en zonas cercanas a pozos de fracking es el de la ciudad de Dish, en Texas, en la que, tras un estudio se descubrió una cantidad de benceno (agente cancerígeno) muy superior a lo permitido. La contaminación del aire puede deberse bien a la evaporación proveniente de las piletas donde se almacenan las aguas residuales o por fugas en los pozos de gas y tuberías, que contribuyen a aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero.
- Contaminación del agua superficial y subterránea
En 2011 un informe de la Casa de los Representantes de Estados Unidos dictaminó que de los 2500 productos empleados en la fractura hidráulica, más de 650 contienen químicos potencialmente cancerígenos. Esto pone en riesgo las aguas subterráneas y superficiales ya que la ‘sopa química’ que se inyecta durante la fractura puede filtrarse por problemas de cementación de las cañerías o migrar más allá de la formación geológica que se pretende intervenir, también derramarse durante su manipulación en superficie o tratamiento y disposición inadecuada de las aguas residuales.
El gobierno de Neuquén estima, por ejemplo, que por cada pozo se utilizarán 20 millones de litros de agua en el proceso de fractura.
Situación en Argentina
En Argentina la producción de petróleo y gas convencional ya alcanzó su pico productivo. La búsqueda de más hidrocarburos está extendiendo la frontera extractiva a todo el territorio nacional. El objetivo a largo plazo de YPF y las empresas transnacionales apunta a la exportación de los hidrocarburos obtenidos a través del fracking.
Según estimaciones del gobierno de Estados Unidos, Argentina tiene un gran potencial en gas y petróleo de yacimientos no convencionales. De hecho, el fracking ya se está practicando en el país desde hace dos años.
En Neuquén se fracturó en la reserva provincial Auca Mahuida y en comunidades mapuche como Gelay Ko, violando la legislación indígena y su derecho a consulta previa.
También se está implementando en Río Negro, en zonas de chacras dedicadas a la fruticultura; en Chubut, en las cercanías de Comodoro Rivadavia, y en las Heras, en la provincia de Santa Cruz.
Salta y Mendoza son otras provincias en las que en breve se prevé explotar yacimientos no convencionales. La búsqueda de no convencionales empuja la frontera extractiva a regiones sin antecedentes de industria hidrocarburífera, como por ejemplo Entre Ríos,Chaco, Santiago del Estero y Buenos Aires.
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