PROYECTO AMANDA: CIENTIFICOS NORTEAMARICANOS GRABARON ALGO INUSUAL EN
LOS 2.280 METROS EN LO PROFUNDO.
AMANDA es en realidad un telescopio rastreador de neutrinos instalado
por la Northeastern University y la University of California, de Estados
Unidos, en el Polo Sur. Su función ha consistido, desde el año 1997, en captar
y registrar las presencias en el universo de muones y neutrinos.
AMANDA consiste en un detector formado por 677 sensores ópticos del
tamaño de una pelota y circulares. Este telescopio rastreador de destellos de
energía se encuentra hundido en el hielo, y los sensores están suspendidos en
cables de fibra óptica como si fueran las cuentas de un collar. AMANDA es
cilíndrico, mide 500 metros de alto y 120 de diámetro.
Cuando uno de estos poco comunes neutrinos de alta energía choca con
otra partícula, como un protón o un neutrón, surge un muón, y entonces se
genera una estela similar a un “flash” luminoso, de la mencionada radiación
azul de Cherenkov.
Esta radiación es de tipo electromagnético, y se produce al paso de
partículas por un medio, a velocidades superiores a la de la luz. Es una onda
de choque que produce un brillo azulado. Recibe su nombre del físico Pavel
Alekseyevich Cherenkov, que fue el primero en describirla y caracterizarla con
rigurosidad. La estela producida en el choque es captada por Amanda gracias a
los sensores ópticos que forman el peculiar telescopio.
Los resultados de esta investigación ha sido publicados en la revista
Physical Review Letters. La versión íntegra del trabajo se encuentra en Arxiv.
La Northeastern University ha publicado asimismo un interesante comunicado
sobre el descubrimiento.
Hielo profundo
Para registrar neutrinos de esta energía y sus colisiones con partículas
elementales, es preciso vigilar un volumen gigantesco de una sustancia que sea
transparente y que esté al oscuro. Sólo así es posible detectar la radiación de
Cherenkov que deja a su paso un muon.
En un primer momento se pensó en el fondo del mar para detectar estos
destellos cósmicos y se instaló un telescopio en 1980 en las profundidades
oceánicas de Hawai. Sin embargo, las condiciones meteorológicas y la
inestabilidad marina frustraron el proyecto.
Fue de esta forma que se pensó que el hielo era ideal para el
experimento, lo que llevó a la construcción de la primera generación de
detector antártico de muones y neutrinos (AMANDA). La Segunda generación es el
IceCube, que dispondrá de 5.000 detectores fotomultiplicadores encajados en más
de un kilómetro cúbico del casquete polar, entre 1.400 y 2.400 de profundidad.
Este entorno no sólo está en total oscuridad, sino que debido a la
presión, todas las bolsas de aire y otros elementos perturbadores han sido
expulsados, lo que permitirá disponer de una transparencia igual a la del
cristal. Las posibilidades de estudiar así los neutrinos de altísima energía y
de verificar la existencia de otras dimensiones se multiplican, al igual que la
aparición de posibles descubrimientos inesperados.
El IceCube fue terminado en 2009 y se instaló por iniciativa de la
Universidad de Wisconsin con fondos (295 millones de dólares) aportados por la
National Science Foundation (NSF) de Estados Unidos, junto a diversas
universidades europeas de Suecia, Bélgica, Alemania, Reino Unido y Holanda.
PRÓXIMAMENTE TE TRAEREMOS NUEVOS INFORMES CON EL DESARROLLO DE ESTE PROYECTO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS.
PRÓXIMAMENTE TE TRAEREMOS NUEVOS INFORMES CON EL DESARROLLO DE ESTE PROYECTO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS.
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